Su taller, mi cable a tierra.
En 2015 Florencia Martínez Azzaro, diseñadora de interiores, puso su propio taller de arte en Pacheco.
Yo al lugar lo conocí recién en el 2018 cuando fui a restaurar una persiana, después empecé clases de macramé y cerámica e hice un workshop de mosaiquismo.
Sus clases de pintura, nunca me animé a arrancar porque me consideraba una persona con poca paciencia para poder pintar un cuadro o algo similar.
Después de la pandemia, le plantee ir a su taller pero a restaurar muebles dado que tenía bastante abandonado a mi emprendimiento personal @biyei.deko
Entre mueble y mueble, un día se me ocurrió mezclar en un bastidor pintura y partes de un rosario que era de mi abuela, se lo plantee a Flor y me banco desde el principio y así fue que hice mi primer cuadro.
Otro día, me quedaba un tiempo libre hasta terminar la hora y me puse a arrancar otro cuadro con textura.
Ni ella ni yo podíamos creer que yo esté pintando y no restaurando, pero era real...
Ella y su taller me ayudaron a darme cuenta que por más que no tenga paciencia para un montón de cosas, era capaz de pintar y hacer cosas que ni yo misma creía que serían posibles.
Eso logra Flor con la mayoría de sus alumnos… Para muchos, inclusive para mí, es un espacio donde vamos y nos desconectamos de todo, compartimos un momento con gente que no conocemos pero que entre mate, algo rico y pintura terminamos conociéndonos y compartiendo nuestras propias historias y anécdotas de vida.
El taller tiene horarios flexibles para las diferentes edades (niños, jóvenes y adultos) además de ser un espacio donde uno se desconecta del mundo, es un momento de encuentro y risa constante.
Lucia Bianchi Jazhal