El agua es la necesidad humana más esencial y es fundamental para el desarrollo, el crecimiento y la resiliencia.
Para lograr resultados positivos en el área de la salud, se requieren agua limpia, saneamiento seguro e higiene adecuada.
Sin embargo, una cuarta parte de la población mundial (2000 millones de personas) carece de agua potable y la mitad (3600 millones) no accede a servicios de saneamiento seguros (i).

El daño que esto genera en el capital humano es abrumador. En 2019, las enfermedades diarreicas fueron la octava causa de muerte en el mundo y se cobraron la vida de 1,5 millones de personas, principalmente debido a la escasez de agua y saneamiento. La carga es particularmente pesada para las mujeres y las niñas. Por ejemplo, la falta de instalaciones de higiene personal en las escuelas conduce al ausentismo (i), lo que genera consecuencias de por vida debido a la pérdida de aprendizajes.
Por cada USD 1 invertido en el abastecimiento básico de agua potable, se genera un rendimiento de USD 3, e incluso más en el caso de las inversiones en suministro de agua en áreas rurales (i). El agua es importante para la producción, y la agricultura representa el 23 % del producto interno bruto (PIB) de África subsahariana. También es clave para la energía hidroeléctrica, la minería y la industria. Y lo que es más importante, el 90 % de los eventos climáticos están relacionados con el agua, por lo que la mejora en la gestión de este recurso es fundamental para la adaptación y la resiliencia.
«La pandemia de COVID‑19 ha puesto de relieve deficiencias críticas en los servicios de agua y saneamiento, con graves consecuencias para la salud pública».
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