El cambio climático y el consumo de energía, el impacto ambiental
Un estudio caracterizó cómo se modifica el consumo de energía cuando varían las temperaturas en las distintas regiones de la Argentina. Existe un vínculo estrecho entre el aumento de temperaturas, la quema de combustibles fósiles y el uso de aparatos eléctricos.
Por: Sebastián M. Tamashiro
(SLT-FAUBA) Cuando ocurren temperaturas muy bajas o altas, solemos encender los caloventores o los equipos de aire acondicionado. Esta conducta impacta en el ambiente, ya que la Argentina genera electricidad mayormente a partir de la quema de combustibles fósiles, que emite gases de efecto invernadero (GEI). Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) describió el consumo de energía de las distintas regiones del país cuando aumentan o disminuyen las temperaturas. La investigación remarcó que el consumo eléctrico varió en cada zona según el clima y el acceso a las fuentes de energía. ¿Se piensa el futuro del sector energético en un contexto de cambio climático?
“La producción, la distribución y el consumo de energía impactan en el ambiente, ya que la electricidad que usamos todos los días se genera sobre todo quemando combustibles fósiles, lo que libera GEI y acelera el cambio climático. El problema es que al aumentar las temperaturas usamos cada vez más aparatos eléctricos para refrigerar nuestros hogares, lo que hace que se emitan aun más de estos gases. Esto me llevó a investigar el vínculo entre el consumo de electricidad y la temperatura diaria de las distintas regiones del país”, explicó Tamara Propato, docente del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA.
En su trabajo, Tamara describió las formas que asume el vínculo entre el consumo eléctrico cuando sube o baja la temperatura regional. “Las formas más comunes son la de palo de hockey, que ocurre cuando el consumo aumenta sólo a bajas o sólo a altas temperaturas, y la forma de U, que representa un incremento en el consumo tanto a altas como a bajas temperaturas”, señaló Tamara a partir del trabajo publicado en la revista científica Climatic Change.
En este sentido, detalló: “En general, las regiones más frías, como Comahue o Cuyo, mostraron forma de palo de hockey. Sus habitantes consumen más electricidad cuando ocurren altas temperaturas, y cuando hace mucho frío usan estufas a gas. Por otra parte, en el norte y el litoral, el vínculo tiene forma de U. Esto quiere decir que en los hogares se usan aparatos eléctricos tanto para calentar como para refrigerar los ambientes por altas o bajas temperaturas, ya que el acceso al gas de red es menor al 25%. Entre 1997 y 2014, las formas del vínculo tuvieron que ver principalmente con la fuente de calefacción que se usó”.
Además, Tamara determinó a nivel regional la temperatura en la que el consumo de electricidad es mínimo —la ‘temperatura umbral’—. Por encima o por debajo de esa temperatura, el consumo aumenta. Visualmente, es el punto más bajo de la U o del palo de hockey. “A lo largo y ancho del país, el valor varió entre 14 y 20 °C, y se asoció a la temperatura media diaria de cada región. Esto sugiere que las personas tenemos un comportamiento adaptativo; es decir que la temperatura a la que sentimos mucho frío o mucho calor cambia según el contexto. Si estamos en una región cálida, empezamos a percibir el calor y encendemos los aparatos eléctricos a temperaturas más altas que en regiones más frías. Lo mismo sucede al revés”.
Por otro lado, la investigadora observó a nivel país cuánto cambia el consumo de energía cuando varía un grado la temperatura, y destacó que por cada grado centígrado, el consumo se modificó entre 40 y 126 Watts por hora y per cápita. Además, aclaró que los incrementos más altos se dieron en temperaturas más cálidas, ya que cuando hace mucho frío no todas las personas tienen la posibilidad de usar electricidad para calentar sus casas.
Más cambio climático, más consumo de energía
Como parte de su trabajo, Propato, en base a los efectos previstos del cambio climático sobre las distintas regiones del país, proyectó cómo variaría el consumo de electricidad entre 2027 y 2044. “En promedio, la temperatura aumentaría 0,5 °C y resultaría en un incremento del 7,2% en el consumo de electricidad en todo el país. Cada región respondió de distinta manera. En general, las zonas mantuvieron su forma de consumo e intensificaron el uso de electricidad”.
La docente afirmó que en estas predicciones hay que tener en cuenta que aumentará la cantidad de electrodomésticos. En 1997, sólo el 4% de los hogares tenía un aparato eléctrico para refrigerarse, mientras que en 2014, este valor aumentó al 30%. “También hay que considerar que la tecnología cambia. Ahora existen aire acondicionados frío-calor”.
El impacto ambiental del consumo de energía
“Es importante entender de dónde proviene la energía y qué impactos tiene su producción. En la Argentina, más de la mitad de la electricidad se genera al transformar hidrocarburos”, advirtió Propato y sostuvo que en 2018 casi el 80% de la energía del país se basó en combustibles fósiles: 48% provino del gas natural y 40% del petróleo.
Tamara resaltó que el aumento de la demanda de energía tendrá su repercusión en los distintos territorios, ya que para extraer los hidrocarburos se realizan pozos y caminos que impactan de maneras diversas en los ambientes. “Entre mis resultados preliminares encontré que la extracción de gas y petróleo fragmenta el paisaje e incrementa la pérdida de hábitat. Además, al remover vegetación se reduce la evapotranspiración, y eso genera cambios en la temperatura de la zona”.
“Estudiar estas relaciones es clave para enfrentar de la mejor manera los impactos futuros del consumo de energía en las distintas regiones del país. Hay numerosas aristas a tener en cuenta para planificar el desarrollo de la matriz energética del país”, dijo Propato, y para finalizar remarcó: “La información que generé sugiere que es necesario pensar en abordajes específicos para cada región”.