Estamos viviendo el Año Berlanguiano
La 35 Edición de los Premios Goya, el pasado 6 de marzo de 2021, (ceremonia organizada anualmente por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, tradicionalmente hecha con la configuración de los OSCAR, que este año como todo evento se vio dominado por la necesidad de seguridad sanitaria, por la maldita pandemia) fue este año dedicada a homenajear la expresión más importante en el cine español del neorrealismo Luis García Berlanga al cumplirse, más exactamente el 12 de junio cien años de su nacimiento. Utilizando el acto de premiación como lanzamiento del “Año Berlanguiano”, que consiste en una serie de eventos recordando este director que en sus 17 películas realizadas tiene varias que podemos considerar clásicos de nuestro cine, del cine universal.
Con gran lucidez y sencillez, usando herramientas como la sátira ácida, la ironía mordaz sobre el ambiente social y político de la época, supo burlar al déspota…
En ese período confrontado, herido y melancólico, un grupo de directores llamados los renovadores del cine español de posguerra, en este enredo fílmico y político, se esforzó en la búsqueda, en sus principales narrativas, de mostrar los conflictos sociales, la marginalidad y la pobreza en que España estaba sumergida.
Es en este grupo de directores donde nos encontramos con Luis García Berlanga (1921-2010), un hombre libertario, fuerte opositor al poder coercitivo y muy interesado en la situación económica y social de su país. Excelente guionista y director, con un estilo propio e innovador en las puestas en escena y con gran lucidez y sencillez, usando herramientas como la sátira ácida, la ironía mordaz sobre el ambiente social y político de la época, supo burlar al déspota.
Estudió y fue uno de los primeros en recibirse en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, junto a Juan Antonio Bardem (1922-2002) en la misma promoción y realizadores como Julio Diamante, Ana Mariscal (1923-1995) y Carlos Saura (1932-), entre otros muchos más.
“Todas mis películas son crónicas de un fracaso, protagonizadas por antihéroes. Son disecciones crueles de la realidad pero con risas” (Luis García Berlanga)
Autodefinición de su trabajo cinematográfico que lo evidencia en sus diecisiete largometrajes y sus seis cortometrajes. Entiendo que su situación económica más la nefasta censura nos dejó sin más.
Su primer film guionado y dirigido con su compañero de estudios y amigo Bardem, hoy revalorada y analizada en el contexto histórico en que se hizo. “Esa pareja feliz” (1951) es una comedia con toques dramáticos sustanciales, uno de los géneros impulsados por el franquismo para distraer y alegrar a la gente, de lo que vivió y como vive (el otro género como lo tratamos era el propagandístico), pero en este caso lo importante no es lo que se hace, lo importante es el resultado, lo hecho. A pesar de ser para ambos su primer trabajo, ya muestra su capacidad creativa, que en sus respectivas cintas lo demostrarán.
Lo destacado de ésta, es que basándose en los cánones del régimen revela una observación crítica al cine tradicionalista costumbrista impulsado por el oficialismo y que La Compañía Industrial de Film Español, S.A., conocida como Cifesa, las distribuía nacional e internacionalmente. Con diálogos picarescos entre los protagonistas sobre el cine y su técnicas e ironía, particularidad berlangiana. Y en el estilo de la narración fílmica, utilizando el Flashback como recurso haciéndola más atractiva al espectador. Tanto la crítica (solapada) como el uso de Flashback son inéditos en el cine español hasta ese momento. La película es correcta pero hace aguas en el desarrollo.
Su segundo film lo dirige solo, pero escribió el guión con Barden, uniéndoseles el famoso humorista y comediógrafo Miguel Mihura. “Bienvenido Mr. Marshall” (1952) siendo esta el ejemplo del estilo neorrealista fuera del cine italiano. Tiene un ritmo muy rápido que se inicia con una estética payasesca con algo que toca el esperpento para desentrañar realidades sociales y muestra con sus inconfundibles planos secuencias de un grupo de actores a otro, hurgando, viendo, capturando nimiedades, absurdos, ideas, o pensamientos dichos al azar o con toda intención por parte de los personajes. Siendo también una de sus particularidades situaciones satíricas con un expresar sarcástico. El éxito la engalana tanto por el público como por la crítica, con una película que reunía lo poco y mejor de lo que sobresalió del cine de la Guerra Civil, deja de lado el populismo republicano y logra eludir la torpe censura del régimen.
En 1953 nos encontramos con una cinta divertida, un Berlanga más distendido. “Novio a La Vista” (1953) Donde un grupo de burgueses de vacaciones en la playa, una madre con intenciones de casar a su hija, entre ellos, con el mejor partido, buscando la crítica a sus formalismos y costumbres morales, que con su habilidad es superior a lo mostrado hasta el momento en el cine cómico español.
Calabuch (1956), una nueva comedia rural narrada en tono de fábula, Berlanga exhibe una ternura y un romanticismo que persiste. La historia de un prestigioso científico nuclear refugiado en la pequeña localidad de Calabuch tras cansarse de que sus investigaciones fuesen empleadas en intereses militares. El film fue premiado en el Festival de Venecia.
La última película del década del 50 es Los jueves, milagro (1957), denuncia de la explotación comercial de las apariciones y los milagros, la censura religiosa introdujo modificaciones en el guión e impuso un nuevo final, rodado por Jorge Grau ante la negativa de Berlanga, que repudió la película. A pesar de esto, luce su brillante talento para la sátira.
En la década de 60 sus realizaciones comienzan a tener mayor rigor en la construcción de las historias, mayor uso del humor negro, se acentúa la situaciones miserables y se acrecentó el afecto a los protagonistas, cambio debido a la asociación creativa entre Luis García Berlanga y Rafael Azcona, se prolongó por tres fecundas décadas que le dieron al cine español algunos de los títulos más resonantes de su historia.Su primera realización es “Plácido” (1961), desenmascaramiento de las prácticas de caridad organizada, se revela como una de sus películas clave en cuanto se convierte en síntesis ejemplar de los rasgos que distinguen su cine: el sentido tragicómico de la existencia, la imposibilidad de ser feliz en un entorno mezquino, una profunda desconfianza hacia el poder. Le valió ser la primera película española nominada al premio Oscar como mejor película de habla no inglesa.
Le sigue “El Verdugo” (1963), comedia negra otro de sus trabajos básicos, feroz alegato contra la pena de muerte y ácida estampa de la España de la época. Que encontró notable repercusión internacional, siendo galardonada en Venecia. El recurso del pesimismo, el esperpento y el humor negro alcanzó su máxima eficacia.
Cuatro años después, Luis García Berlanga y Azcona filmaron en Argentina “Las Pirañas” (1967) como se llamó en Argentina y Latinoamérica o la “La Boutique” en España y resto del mundo, un título menor protagonizado por Sonia Bruno y Rodolfo Bebán en los papeles centrales, ella es de una mujer que finge tener una enfermedad incurable para que su esposo le preste mayor atención. A esta le siguen “Vivan los novios” (1970), segunda nominación a la Palma de Oro en Cannes) y “Tamaño natural” (1973). Berlanga continuó indagando en algunos de sus temas favoritos: la mujer, la pareja y la soledad.
Le sigue “La escopeta nacional” (1977) obra en la que carga la crítica contra el poder
y uno de sus mayores éxitos de taquilla, inició un ciclo de películas sobre el personaje del Marqués de Leguineche, interpretado por Luis Escobar, que completaría en “Patrimonio nacional” (1980) y “Nacional III” (1982). En esa serie recuperó (lo que nunca debería haber dejado) abiertamente su estilo esperpéntico, barroco y coral para ironizar sobre la clase política franquista y la aristocracia decadente y desconcertada después de la muerte de Franco.
“En La vaquilla” (1985) rescató un guión de la década de 1950 para ofrecer una visión distanciada y cómica de la Guerra Civil. El caluroso recibimiento popular de La vaquilla no se repitió con “Moros y cristianos” (1988), una parodia de los asesores de imagen, aunque fue mejor recompensada: un Goya a la mejor actriz de reparto para Verónica Forqué, además de otras tres nominaciones, entre ellas la de mejor guión (Azcona y Berlanga). En 1992 comenzó a preparar una serie de televisión sobre el escritor Vicente Blasco Ibáñez, que no obstante no vio la luz hasta 1997. El año siguiente estrenaba “Todos a la cárcel” (1998), cuya trama está emparentada en cierta manera con la de Moros y cristianos, ya que constituye una superación, una renovación y una puesta al día de algunos de los temas tratados en la trilogía de La escopeta nacional: la hipocresía y la corrupción del poder y sus advenedizos, en una clara relación con los escándalos de ese tipo que vivía entonces el país, ya en plena democracia.
Con una labor creativa ya más relajada, sin duda por la edad, sus dos últimos trabajos fueron el largometraje “París Tombuctú” (1999) y el rodaje del cortometraje de once minutos “El sueño de la maestra” (2002), que recrea una de las secuencias que la censura rechazó de su ¡Bienvenido, Mr. Marshall! por considerarla exageradamente erótica, y que finalmente desapareció: el sueño que la señorita Eloísa, maestra del pueblo (interpretada en 1953 por Elvira Quintillá y ahora por Luisa Martín), tiene la misma noche en que sueñan Don Pablo, el alcalde (Pepe Isbert), Don Cosme, el cura (Luis Pérez de León) y Don Luis, el caballero (Alberto Romea), ante la inminente llegada de los americanos.
Este aniversario ha sacado a relucir una vez más la importancia capital que para nuestra cultura tiene el director valenciano que tan bien supo retratar la sociedad española de la segunda mitad del siglo XX. Una obra que tuvo a España por protagonista y como tal fue permeable a los cambios de contexto pero que nunca perdió acidez crítica ni tono descarnado.
Pero nadie mejor que Berlanga para describirlo:
“Yo he dicho siempre que esta sociedad es una mierda; pero, por desgracia mi cine y yo navegamos en el barco de esta sociedad. Puede que no sepa dar un golpe de timón a este barco, pero, por si acaso, lo que hago es mear en el mismo sitio, a ver si consigo abrir un agujero por el que se termine hundiendo el barco”.